Hace un tiempo publicábamos en esta sección un artículo sobre las principales traducciones de «El Quijote» y citábamos entre ellas, como no, la que realizó en 1978 Yang Jiang al chino mandarín y que supuso la primera traducción integra de la obra de Cervantes a este idioma. Hoy recogemos esta noticia del diario “El País” sobre su fallecimiento el pasado 25 de mayo a los 104 años de edad.
Reproducimos a continuación de forma extractada el obituario realizado para dicho diario por el periodista Xavier Fontdeglòria:
“Nacida en Pekín el 1911, justo cuando el último emperador chino Puyi abdicó del trono, se licenció en Ciencias Políticas en la Universidad de Sochoow (ubicada entonces en la actual ciudad de Suzhou) y realizó después un máster en Literatura Extranjera en la prestigiosa Universidad de Tsinghua, en la capital china. Allí conoció a su marido, Qian Zhongshu, que más tarde se convirtió en uno de los más prominentes escritores y académicos chinos.
Yang fue la primera persona que tradujo la versión completa de la obra de Cervantes al mandarín. Para lograrlo empezó a estudiar el español a los 48 años e hizo frente a una de las peores épocas de la historia moderna para los intelectuales chinos: la Revolución Cultural.
En los años treinta y con su marido, Yang viajó a Francia y Reino Unido, donde aprendió el francés y el inglés. Al volver a su tierra natal se dedicó a traducir principalmente obras de teatro —de estos dos idiomas al chino— ante los retos que suponía la complicada y en ocasiones turbulenta situación política del país. En los años sesenta del siglo pasado, cuando Mao llamó a los jóvenes a llevar a cabo la Revolución Cultural, ella y su marido fueron enviados al campo, donde vivieron varios años realizando trabajos forzados y alejados de los libros.
Su relación con el idioma español empezó con La vida de Lazarillo de Tormes, novela que tradujo primero en 1950 del francés y, más adelante, directamente del español. En 1957, se planteó hacer lo mismo con el Quijote, pero después de leer hasta cinco traducciones de la obra —al inglés y al francés— decidió que ninguna de ellas resultaba lo suficientemente buena ni transmitía el alma del original. Con casi 50 años empezó a aprender español porque, según afirmó después, su cometido era “traducir ideas, no textos”.
La tarea le llevó varios años y finalizó los dos primeros volúmenes (de los tres que la editorial le había encargado) en 1966, justo en el momento que irrumpió la Revolución Cultural. En 1972, una vez pudo volver a Pekín y con un entorno político algo más favorable, retomó desde el principio la traducción de la obra maestra de Cervantes, que finalmente fue publicada en 1978. Desde entonces se han repartido más de 700.000 copias de su traducción.
En 1986 fue condecorada con la medalla Alfonso X El Sabio por su contribución a la difusión de la cultura y literatura española en China”.
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